Post Mortem by Kate London

Post Mortem by Kate London

autor:Kate London [London, Kate]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2015-08-06T00:00:00+00:00


* * *

Se dirigió a la cantina a buscar una última taza de café. El detective había terminado el interrogatorio y se había marchado a informar a su superior. La unidad de homicidios había descargado las imágenes de la cámara digital que Hadley y ella habían utilizado en el hospital. Le habían solicitado que marcara las impresiones como pruebas instrumentales antes de retirarse.

Otros agentes la saludaron mientras se dirigían a las mesas con platos de salchichas y huevos fritos.

—¿Todo bien, Lizzie?

Estaba experimentando el momento de fama que venía con ser testigo significativo de un homicidio. Los saludó y les agradeció su interés y su apoyo e hizo lo que se esperaba de ella. Por dentro, se desintegraba. Había pensado en ella misma como una cosa y un instante después se había dado cuenta de que era algo completamente diferente. Subir las escaleras y encontrar a Cosmina; en su historia sobre sí misma, había sido una heroína. Entonces resultaba que había hecho todo mal. No había sido una heroína en absoluto. Había sido una aficionada de mierda. No solo no había salvado una vida. Tampoco había protegido la escena del crimen de una investigación de homicidio. ¿Para qué estaba, entonces? ¿Para qué servía?

Respiró hondo para contener las lágrimas que amenazaban con brotar. Se estaban acumulando en su interior y sentía la garganta cerrada. La mujer detrás del mostrador le entregó un bol de avena y Lizzie se volvió para buscar asiento. Hadley estaba sentado a una mesa en el fondo de la cantina. Delante de él tenía un clásico desayuno completo con huevos y salchichas y un ejemplar de un periódico sensacionalista. Cruzó una mirada con ella y le hizo una pregunta muda con un pulgar para arriba. Ella vaciló y luego caminó hacia él.

—¿Todo bien? —saludó Hadley.

Ella quería llorar y, por un instante, no pudo hablar. Hadley se echó hacia atrás en la silla y se desperezó.

—Ya veo. Siéntate, entonces.

Lizzie se sentó. Tenía un dolor en la garganta que parecía estar ahogándola. Hadley extendió su zarpa enorme y le apretó el brazo. No dijo nada, y eso, de algún modo, fue la acción más bondadosa del mundo. Luego, de repente, soltó una risotada. Fue una carcajada enorme, generosa y maravillosamente genuina. No podía hablar por la risa y Lizzie se encontró sonriendo sin saber cuál era la gracia. Finalmente, Hadley logró hablar entre bufidos de risa.

—No puedo creer que al pobre infeliz le hiciéramos derribar la puerta.

La risa se lo tragó de nuevo y de pronto, a Lizzie también le resultó gracioso. Logró decir:

—La cara que puso cuando se lo pediste. —Hizo una pausa para reír—: «Eres un tipo fuerte».

—Apuesto a que ahora la Metropolitana desearía haber enviado más unidades.

Rieron hasta llorar. Lizzie tosió y se liberó de la opresión en la garganta. Ambos se secaron los ojos cansados. Hubo un silencio breve. Lizzie comió un bocado de avena cocida y rio otra vez.

—Por lo menos hicimos lo que pudimos —dijo Hadley.

—Ajá…

Guardada en un rincón de su mente estaba esa imagen de Cosmina.



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